Envidia y vanidad atormentan a la magistrada Petra Quezada

Una magistrada que debido a su alta capacidad intelectual en materia jurídica, le ha hecho perder el piso pisoteando los siete pilares de la sabiduría

El desvanecimiento de una estrella del Derecho

Por Blas A. Buendía

blasalejo@yahoo.com

En un ensayo metapsicológico, la magistrada Petra Quezada Guzmán debería ir pensando, a sus 70 años de edad, en jubilarse dignamente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, previendo no salir de forma denigrante ya que para infinidad de abogados y litigantes, jueces y los mismos magistrados, hablan de su persona “cosas peores” y hasta “pestes”.
La jurisconsulta ha creado una casta fortuita de seguidores que tal vez, equivocadamente pretende seguir manipulando para que muchos desprecien al Doctor en Derecho Édgar Elías Azar, quien el 4 de noviembre de 2015, de forma apabullante, legítima pero controversialmente amplió la cobertura de su presidencia para un periodo más de tres años, en el aparato de justicia de la capital de la República.
Y se espera, exponen los que conocen de la política del Derecho Jurídico del TSJ, una vez que la Asamblea Constituyente haya cumplido con los protocolos para dignificar a la Ciudad de México con su propia Constitución, empleará una estrategia más para –reformada de igual forma la Ley Orgánica del Tribunal-, emplazarse a lo que sería su primera reelección de cuatro años más, con el posible consentimiento pactado en Pleno de Magistrados, hasta por seis años para ir a la zaga sexenal.
Edgar Elías Azar, nacido en el veraniego puerto mexicano de Acapulco, Guerrero, el 7 de agosto de 1946, actualmente se encuentra encabezando su mandato al frente del órgano judicial por el periodo 2016-2018 el cual ganó en un acto históricamente solemne precedido por el magistrado decano Sabino Huitrón, con una votación de 60 sufragios a favor para así mantener su titularidad.
Entre sus principales objetivos se ha encontrado la modernización de la justicia cotidiana en México, y lo ha hecho a cabalidad porque esa sería parte de su legado como administrador de la justicia de la capital del país.
Nacida en la Ciudad de México el 30 de junio de 1946, cursando sus estudios de licenciatura en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (generación 1963-1967), con cédula profesional 262925, Petra Quezada Guzmán no lo ve de esa forma.
Advierte que el “castillo de poder” de su adversario guerrerense se concentra en la designación de jueces y magistrados de consigna; que si no lo respaldan o votan a su favor en todos los ángulos del poder, son satanizados, oprimidos y esclavizados, construyendo asimismo una gama de sectaristas embestidos con túnica y sombrajo conformando una presunta “Banda del Birrete”, cofradía –afirman- que con mallete en mano, someten a los más débiles con perenne arbitrio, empleando y ejecutando triquiñuelas que van en contra de las leyes y la transparencia de la lógica del derecho elemental, utilizando la coyuntura de que “las leyes se estiran y se aflojan”.
Así es el derecho, puntualiza filósofo cuadratín, aunque para la magistrada Petra Quezada, se le observa acciones maquiavélicas jugándole “al todo o nada”; que viéndose apabullada por las circunstancias de sus arrebatos, tuvo que ir a pedir el respaldo de los políticos del llamado Partido del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, que sin tener el suficiente poder, la Magistrada en ciernes, pretende amalgamar sus envidias etiquetándoselas a espaldas de otros para atacar a diestra y siniestra a su enemigo favorito guerrerense.
Sin embargo, la magistrada Petra Quezada busca de igual forma, satisfacer su vanidad porque –señalan sus subalternos-, como ella no hay dos; es decir, acusan ejecutivos del Tribunal, que “es una mujer insensata con la que nadie pudiera entablar conversación y respeto alguno porque es malhablada”, se le hace fácil ofender a todo aquel que se le acerca; los funcionarios públicos y sus proyectistas de la Séptima Sala Civil, afirman que es ilustrante trabajar con ella, pero a la vez fastidiante escuchar a una estudiosa del derecho en pasársela hablando “pendejada y media”, “mentándoles la madre a todos”, y peor, peleándose a sí misma.
En este contexto, la magistrada de la Séptima Sala Civil, incurre en los siete pilares de la sabiduría: ética, humildad, instrucción, disciplina, conocimiento, integridad y honestidad, ya que en una investigación periodística, sus datos no están actualizados referente a la situación de su declaración patrimonial, ya que ésta data en el portal del TSJCDMX, del 29 de mayo de 2009, y cuyos datos están testados a conveniencia del interesado.
El inicio de frustración de su carrera judicial, no se le puede comparar en lo absoluto al insigne Marco Tulio Cicerón (en latín, Marcus Tullius Cicero; a Arpino, 3 de enero de 106 a. C.-Formia, 7 de diciembre de 43 a. C.), quien fue un jurista, político, filósofo, escritor, y orador romano. Es considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana.
En los espacios del portal Wikipedia, asienta que Cicerón es reconocido universalmente como uno de los más importantes autores de la historia romana, es responsable de la introducción de las más célebres escuelas filosóficas helenas en la intelectualidad republicana, así como de la creación de un vocabulario filosófico en latín. Gran orador y reputado abogado, Cicerón centró, mayoritariamente, su atención en su carrera política.
Hoy en día es recordado por sus escritos de carácter humanista, filosófico y político. Sus cartas, la mayoría enviadas a Ático, alcanzaron un enorme reconocimiento en la literatura europea por la introducción de un depurado estilo epistolar. Cornelio Nepote destacó la riqueza ornamental de estas cartas, escritas “acerca de las inclinaciones de los líderes, los vicios de los comandantes y las revoluciones estatales”, que transportaban al lector a esa época.
Si bien en nada se parece la magistrada Petra Quezada Guzmán con el ilustre Marco Tulio Cicerón, la desventaja de la letrada es el marco de fruición desbordada entre la vanidad y la marcada rivalidad en contra de los togados poderosos; se halla en una ínsula donde apabullantemente predomina -observada a sus alrededores por sus pares que solo mueven la cabeza de un lado hacia el otro como lamentando ver “cómo se está desvaneciendo una estrella del Derecho-pretende hacer naufragar al TSJ, y boicotearlo políticamente para que en el próximo ejercicio fiscal del 2017, no se le adjudiquen incrementos sustantivos para el desarrollo de impartición de la justicia en forma democrática.
En síntesis, equivocadamente mezcla las cuestiones políticas con la perpetuidad de impunidad que desde siempre ha caracterizado al quehacer político de México, al igual que López Obrador, dice una cosa y hace otra; es además apasionada del nepotismo. Ahí están testigos que evitan denunciar a los medios de comunicación para no sufrir las represalias, por hechos irrebatiblemente intangibles, que ha depuesto a estudiosos del derecho para favorecer a sus familiares.
Lo grave de sus acciones que no se pueden calificar como transparentes, es su acercamiento con los grandes capos de la Mafia del Poder de la Izquierda en México, ya que desde siempre, el frustrado ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, tiene a su posible alcance de embolsarse la conducción del TSJ.
El espíritu de las leyes y el tráfico de influencias
Para el politólogo y periodista Juan Manuel de Anda, en su columna denominada “Esta boca es mía”, advierte en su entrega al periódico 24 horas del 23 de agosto de 2016, que desde siempre ha estado latente que el poder político se concentre en pocas manos, lo que significa un peligro para las democracias.
En el espíritu de las leyes, Montesquieu sostiene que debe darse un equilibrio entre los distintos poderes con el fin de garantizar los derechos y las libertades individuales.
Por su parte, los diseñadores de la Constitución estadunidense concibieron de igual forma que el poder debía tener frenos y contrapesos que evitaran su concentración en pocas manos, toda vez que la experiencia histórica ha demostrado que tales situaciones sólo perjudican a quienes son la finalidad del Estado mismo: los gobernados.
Sin embargo, tal parece que en el camino hacia 2018, Morena no toma en cuenta la teoría política y la experiencia de años en los que en México, la concentración del poder sirvió para llevar a cabo abusos y beneficiar a unos cuantos.
Y es que la lucha de Morena por ganar en lo político cada espacio de la capital del país trasciende, por mucho con anhelos desmedidos, la teoría democrática, en aras siempre de lo que pudiera ser el único propósito de su existencia: tener bien atados todos los lazos para subir a su dueño, Andrés Manuel López Obrador, en la catapulta hacia la Presidencia de la República en 2018.
El campo que quieren ahora ganar en la batalla de la Constitución de la capital es el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México.
La trinchera desde la cual piensan operar tiene nombre y apellido: Petra Quezada, a quien Martí Batres sospechosamente ahora defiende a capa y espada, a pesar de tener un dudoso desempeño como magistrada de la Séptima Sala Civil, pues está involucrada en procederes poco ortodoxos, al “prestar” expedientes bajo su resguardo, para que los litigue un amigo suyo y ex magistrado del Tribunal, Jorge Rodríguez y Rodríguez, expedientes que deben resolverse en esa sala y que, en teoría, no deberían siquiera salir de los archivos judiciales.
Con estos antecedentes, la magistrada Quezada se une al equipo de Batres como asesora -según lo anunciado por él mismo-, para auxiliar en la redacción de un proyecto alternativo de Constitución, que Morena buscará posicionar al seno del Congreso Constituyente de la Ciudad de México.
Sin embargo, lo que la magistrada Quezada planea en realidad es acercarse al cobijo del fuero y la protección política de López Obrador, ahora que ha salido a la luz su (¡PODEROSO!) tráfico de influencias, tema que puede complicarle el trayecto por la recta final de su carrera judicial.
Si bien las Barras de Abogados alertan que en breve el TSJ entrará a una etapa de crisis promovida por la misma magistrada Petra Quezada, pretenderá venderle la idea a Martí Batres vía López Obrador, para organizar una guerra al Doctor Elías Azar “para verlo destruido”, solo que sus acciones de prevaricato no le ayudarán en nada ya que obra una demanda en su contra por permitir que varios expedientes que siguen el curso de estudios y análisis, fueron sustraídos de su Sala bajo su consentimiento.
El escándalo político-judicial
Debido a ese tráfico de expedientes, el escándalo político-judicial ya tomó un tinte diferente y se espera que en breve, el Consejo de la Judicatura de la Ciudad de México, que regula la actuación de sus jueces y magistrados integrantes del TSJ, promueva en un pleno un punto de acuerdo para emitir un extrañamiento o se le exhorte a la magistrada Petra Quezada, jubilarse debido a que tiene una antigüedad de 40 años de ejercicio ininterrumpido.
La Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, a cargo de Rodolfo Ríos, mantiene una puntual investigación sobre la red que ha tendido la magistrada Petra Quezada, sobre su evidente tráfico de influencias la cual estaría encabezada por Jorge Rodríguez y Rodríguez, ex presidente de este mismo Tribunal y la actual titular de la Séptima Sala Civil. La investigación no sólo abarca el tráfico de expedientes al mejor postor sino también la realización de sentencias a modo por parte de la magistrada Quezada para beneficiar a los clientes de Rodríguez y Rodríguez.
Trasciende que los ahora personajes “incómodos” del TSJ, ya rindieron su comparecencia ante el Ministerio Público radicado en la carpeta del expediente FSP/T2/120/16, para deslindar responsabilidades y cuyas declaraciones permanecen en los archivos secretos judiciales de la Ciudad, pero de que la magistrada Petra Quezada con su beligerancia, ha ocasionado un dramático daño a la imagen del Tribunal. Recurriendo a los dichos populares de que para tener la lengua larga hay que ser de rabo corto bien aplica para la magistrada de la Séptima Sala Civil Petra Quezada.
Y ahora que está bajo lupa por tráfico de expedientes y actos de parcialidad e ilegalidad al momento de dictar sentencias presuntamente para favorecer a los clientes de Rodríguez y Rodríguez, viene a cuento que fue la propia Quezada la que más se opuso a la reelección de Edgar Elías como presidente del Poder Judicial capitalino a quien incluso acusó de abuso de funciones sin que hasta ahora lo haya probado.
“Pobre magistrada”, afirman tras bambalinas funcionarios judiciales, quienes advierten sobre todo las abogadas, que no les gustaría estar en las zapatillas de Doña Petra, porque les quedarían muy apretadas, que aun cuando tiene a sus espaldas el respaldo político de Morena -que ha demandado que se le respeten sus derechos laborales- no dejará de ser una magistrada perturbadora, acusan.
No obstante de ello, el doctor Édgar Elías Azar, ha recalcado que el escándalo en que está metida la magistrada Petra Quezada, no se le puede magnificar con citar que pudiese tratar de una venganza personal por haberse opuesto a su reelección al frente de la institución. Sino que su desavenencia y el prevaricato han creado la parcialidad con que se ha conducido en últimas fechas deteriorando el perfil profesional del TSJ.
El proceder del Partido de Regeneración Nacional al recluta a la magistrada Petra Quezada, ha permitido que las acciones del Derecho sean soslayadas, sometiéndose al escrutinio público, es decir, se afirma que en el partido de Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México que preside Martí Batres, hay disgusto con las autoridades locales por los recientes desalojos de predios invadidos por la Asamblea de Barrios, grupo afín que cuenta con la simpatía morenista. Se presume que el partido orquestó la protesta vecinal contra la construcción de la Escuela Nacional para Jueces que realiza el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México en la colonia Doctores, donde se asienta la Ciudad Judicial.
El reclutamiento de la magistrada Petra Quezada con los morenistas, es para supuestamente elaborar propuestas en materia de justicia que presentarán a la Asamblea Constituyente a pesar de que enfrenta una investigación judicial por la filtración de expedientes pendientes de resolverse en su área que es la Séptima Sala Civil, en contubernio con el despacho privado del ex presidente del Tribunal capitalino Jorge Rodríguez Rodríguez.
Se entiende que Petra Quezada Guzmán se integró a una larga lista de políticos y juristas resentidos, con la vergüenza de ser infiel a los códigos de ética del Derecho, bajo una inquietante mezclada política de egoísmo, venganza y rencor, “hasta no ver destruido a su eterno rival que actualmente ocupa la presidencia de la Casa de la Justicia de Avenida Niños Héroes”, refirieren funcionarios de este Órgano Autónomo de los Tres Poderes de la Unión local.
La magistrada fue abogada “C” de la Subsecretaría de Acuerdos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Secretaria Proyectista del Tercer Tribunal Colegiado en materia civil del Primer Circuito. En el TSJ, ha ocupado los cargos de Secretaria Proyectista de la Segunda Sala (1977-1980(; Secretaria Proyectista de la Quinta Sala (1980-1990); Jueza Vigésimo Tercero de lo Civil (1990-1995); y Magistrada a partir de junio de 2001. Actualmente, es Magistrada en la Séptima Sala Civil, además de que finalmente, fue integrante del Consejo de la Judicatura del Distrito Federal, del 31 de enero de 1995 al 26 de junio de 2001.

1 thoughts on “Envidia y vanidad atormentan a la magistrada Petra Quezada

  1. Araceli Rojas Sánchez

    Por fin se habla de ese demonio que es Petra Quezada Guzmán, ojalá también salieran a la luz las denuncias que tiene presentadas por Subordinados ante la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, para que se den cuenta que no tiene nada de honorable la pseudo Magistrada…

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